Plazas

La transformación urbanística de nuestra ciudad en la mitad del siglo pasado estuvo demarcada por las cuatro avenidas que se identifican con ocho nombres diferentes. En cada punta de ese cuadrado, casi perfecto, hay una plaza. En el punto central está la Plaza San Martín. La del hospital tiene menores dimensiones pero igualmente viene a cuento. En todo los tiempos, salvo alguna excepción transitoria, siempre fueron destacadas por algún visitante que de manera habitual o circunstancial entra o recorre la ciudad. A propósito de estos comentarios, uno observa y realmente son un espacio público agradable para el esparcimiento, pero también tienen una belleza estética que pone en valor el concepto de la austeridad, el cuidado y la limpieza. Casi nunca los gobiernos han descuidado las plazas. Siempre se las piensa como la vidriera del pueblo y no está mal. Ese mismo criterio de austeridad e higiene, deberíamos trasladarlo a cada rincón del ejido urbano que hoy desborda en decenas de cuadras a las cuatro avenidas hacia toda la periferia, mientras se espera que una nueva traza de camino de circunvalación envuelva al Chacabuco de los próximos 100 años. Mientras tanto, es necesario que cada vecino decida hacer su aporte para mejorar veredas y mantener baldíos o viviendas desocupadas, libre de yuyos o malezas. El estado debe asumir su rol de ejemplaridad, pero también debe ejercer el poder de policía. Para poder lograrlo hace falta voluntad colectiva y solidaridad. Puede ser que algunos vecinos por razones económicas, de avanzada edad o precaria salud, no puedan solventar esos gastos o hacer las tareas en forma personal, para eso la Secretaría de Inspección puede recibir la solicitud y dar la respuesta correspondiente.
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